FOTOGRAFÍA DEL AUTOR
De siempre he sabido que las monjitas, sean de la Orden que sean son muy habilidosas para hacer trabajos de mucha vista y, sobre todo, de mucha paciencia.
Lo corroboro porque allá por los años 1970, una Franciscana muy conocida y amiga de casa, me obsequió con un borbado en un pañuelo finísimo de hilo en el que había puesto mi nombre entero, Fernando, con una letra de un milímetro de altura; perfectamente legible y con un hilo azul marino. Una verdadera filigrana que todavía lo conservo y lo uso.
Pues bien, hoy ha llegado a mis manos una felicitación para mi hermana María Pilar, en la que se ve un ramo de flores en un florero y sobre un pequeño estante. La cosa no tendría nada de interés si no nos fijamos en el material de que está hecho y en el tamaño que tiene. En la fotografía puede verse el tarjetón de 13x18 centímetros. ¿Especial? ¡Sí! Todo está realizado con tiritas de papel de distintos colores. Las flores blancas, p.e., están sacadas con papel blanco de 0,9 mm de ancho; doblado, plisado y pegado con exquisitez. Las amarillas tienen de ancho las tiras 2,5 mm y así todas las flores. Los rabitos son de alambre de 0,2 mm de diámetro.
Se puede ver una ampliación en la fotografía de la derecha que es un detalle del ramo de la izquierda.
¡Curioso! ¿verdad? Pues viéndolo al natural es alucinante.
Hasta otro ratico.