- Cuando yo estaba haciendo las prácticas de alférez de la IPS , - allá por el año 1957 - en un Regimiento de Ingenieros, alternaba con los oficiales profesionales.
Una tarde, como todas las de la semana, había un teniente que tenía que dirigir y mandar la instrucción de orden cerrado, que así se llama cuando es hecha en el patio del cuartel pero, lo que son las cosas, se entretuvo terminando una partida de dominó y claro, no estaba a la hora.
En esto, casualidades de la vida, el Sr. Coronel apareció en la explanada y no vio al oficial cumpliendo con su obligación. Al entrar en la Sala de Oficiales preguntó por el teniente de servicio y, naturalmente este se levantó rápido como un rayo. El Coronel lo invitó a acompañarle a otra habitación y le echó un buen ‘rapapolvo’ haciendo mención a los artículos de las Ordenanzas donde se mencionaban todas la obligaciones del oficial ‘de semana’.
Una vez terminó la ‘bronca’, el oficial se incorporó nuevamente a la Sala y todos los que allí estábamos le preguntamos que le había dicho. El, sin inmutarse, nos contestó: “No sé, pero… se ha llevado un disgusto…”
Esto no era normal, pues recuerdo siempre con qué espíritu se cumplían las obligaciones propias de cada situación. Siempre lo he tomado como ejemplo para mi vida personal y profesional.
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