Comentaba ayer el coportamiento del personal de los pueblos rurales de esta España querida. Pues bien, he de decir, que en mis relatos no hay nada ofensivo ni tan siquiera crítico. Era la realidad que se vivía en esa época recién terminada la dolorosa Guerra Civil.
Además los viajes se hacían en tren de vapor y para llevar a cabo esa osadía del viaje, había que ponerse la peor camisa, el pantalón ajado o una bata color gris oscuro. Digo ésto porque la carbonilla que desprendía la locomotora, incrementada en los túneles, llegaba a meterse, no sólo dentro de los vagones, sino por todo el cuerpo del viajero. Al finalizar el recorrido y entrar en el domicilio había que cambiarse de toda la ropa.
No todo era malo en los viajes. Se compartía el chorizo o jamón casero acompañado de un buen trozo de pan 'blanco', no de 'maiz', fabricado con harina de estraperlo. Ya existía también por entonces, la famosa tortilla de patata española con sus múltiples variantes: sin cebolla, con cebolla, con chorizo o con pimienticos verdes que la hacen tan jugosa. El viaje lento y parando en todas los pueblos y apeaderos se hacía mucho más llevadero. Se discutía de todo menos de política, que era tabú.
Ni que decir tiene que la puntualidad de este medio de transporte difería mucho del actual AVE, entonces el retraso de media hora o casi la hora era considerado normal y sin derecho a indemnización.
Antes de acceder a la ciudad término del viaje había que pasar por el 'fielato', caseta donde había un funcionario que cobraba por cada pollo, gallina, conejo y otros alimentos el requerido impuesto. La gente procuraba evadir el pago mediante muchos trucos, por ejemplo, las mujeres llevaban faldas largas con dos trajes, uno encima del otro y con el animalito escondido bajo estos amplios pliegues.
Hagan ustedes memoria y recordarán muchas anécdotas de este medio veloz de transporte.
Ni que decir tiene que la puntualidad de este medio de transporte difería mucho del actual AVE, entonces el retraso de media hora o casi la hora era considerado normal y sin derecho a indemnización.
Antes de acceder a la ciudad término del viaje había que pasar por el 'fielato', caseta donde había un funcionario que cobraba por cada pollo, gallina, conejo y otros alimentos el requerido impuesto. La gente procuraba evadir el pago mediante muchos trucos, por ejemplo, las mujeres llevaban faldas largas con dos trajes, uno encima del otro y con el animalito escondido bajo estos amplios pliegues.
Hagan ustedes memoria y recordarán muchas anécdotas de este medio veloz de transporte.
¡Hasta otro ratico!
1 comentario:
Muy bien por el Baturro que por lo que yo expresé ayer ha recordado el "Fielato" y el truco empleado por algunas viajeras. Eran tiempos del estraperlo y de las cartillas de racionamiento y habia que despertar la inteligencia para subsistir.
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