Composición del autor
Si usted tiene ya más de 80 años recordará cómo los habitantes de los pueblos de España, allá por los años 1940 a 1950, cuando tenían que desplazarse a una ciudad para realizar alguna gestión, lo primero que hacían era averiguar quién del pueblo vivía en la capital. ¿Por qué? La cosa era fácil, si existía algún conocido en el lugar de término, ya tenían resuelta la 'comida y fonda'. Aparecían en el domicilio del 'investigado' con un pollo o un conejo casero, una hogaza de pan blanco sobao y con una cara de amistad perpetua hacia esa persona le explicaban el motivo del viaje. Tenían que estar en la ciudad dos días para gestionar algún asunto privado y con ese motivo metían las maletas (de madera) en el piso por delante de sus cuerpos y tomaban posesión de la 'nueva fonda'.
El asaltado no decía nada porque este hecho se había hecho costumbre entre los habitantes del puebl rural y había que aceptarlo.
Curioso, ¿verdad?
Pues EL Baturro ha llegado a escuchar:
"Ahora ya no podemos trasladarnos a Zaragoza, ya no hay allí nadie del pueblo"
¡Cierto!
P.S.- Hay que tener en cuenta que en aquella época de la post-guerra existía la Cartilla de racionamiento para los alimentos y la Cartilla del fumador para este pequeño vicio de aquel tiempo.
1 comentario:
Muy cierto lo que hoy cuenta el Baturro pero se ha olvidado de un problema que había entonces. No se podian llevar alimentos a otro pueblo o ciudad que no fuera de la misma provincia y habia un control exhaustivo en el cambio de Provincia. Pero puesta la ley, puesta la trampa y los aldeanos se las ingeniaban para no enseñar las viandas que llevaban. Mi abuela tenía un truco que no quiero desvelar, muy ingenioso por cierto.
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