Antiguamente, allá por los 1945 - 50, existían unas líneas de autobuses que prestaban servicio para trasladarse de un pueblo a otro, en sitios a donde no se podía llegar en tren.
Estos vehículos llevaban en la ‘baca’ unos asientos corridos, que iban en la dirección ‘babor a estribor’, dicho en términos marineros y para entendernos, en los cuales se sentaban las personas que no cabían en el interior.
Detrás de los bancos delanteros se colocaban los equipajes de los viajeros y los ‘encargos’ que hacían al conductor.
Un día, haciendo el viaje regular entre dos pueblos, empezó a chispear y más tarde a llover. Uno de los ocupantes que iba en un asiento trasero, al ver el panorama que se avecinaba, decidió meterse en un ataúd que viajaba como mercancía ‘de urgencia’. El resto de los usuarios de las ‘localidades de balconcillo’ se resguardaban de la lluvia como buenamente podían.
En alguna parada, posterior a esta decisión tan macabra del individuo, subieron dos pasajeros que ocuparon sus asientos.
Al cabo de un buen rato, el autobús redujo la velocidad y la lluvia parecía que había cedido, al menos eso pensó el inquilino del micropiso en el que se había refugiado. Muy decidido sacó un brazo y extendiéndolo gritó con una voz lastimera:
¿Ha parado de llover…?
Es difícil narrar el susto que se llevaron los presentes, ‘calados’ por la lluvia, pero cuentan cómo los dos saltaron de la baca a la calzada.
A Dios gracias, parece ser que sólo hubo alguna crisis nerviosa, no del todo grave. Se solucionó fácilmente con un traguico de vino tinto servido en ‘bota’.
¿Les gustó? Pues, hasta más ver!!!
¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!
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En un curso de la universidad, donde yo estudié, teníamos un catedrático / profesor que siempre iba un poco desaliñado, quizás por lo difícil que era en esa época (hablo de 1950) vestir bien, incluso vestir decentemente.
La primera clase la teníamos muy pronto, a las 8,30 horas. En invierno íbamos con las estrellas todavía iluminando el cielo. ¡Qué bonito!
Un buen día notamos que el catedrático estaba un poco inquieto, o molesto por algo que le hacía no estar cómodo consigo mismo. Al cabo de unos 15 ó 20 minutos, el mencionado ‘maestro’ no pudo aguantar más y se metió un poco las manos por entre el cuello de la camisa y su cuello. Después de un ratico, le vimos cómo extraía con dificultad… ¡¡¡una media de señora!!!
¿Qué había pasado? Nosotros podíamos pensar mal y entonces él, con cara de circunstancias nos dio la explicación convincente:
“Es que yo madrugo mucho y a mi esposa no le gusta que dé la luz de la habitación.”
No recuerdo cómo terminó aquello, pero creo que todos, incluido el educador, nos echamos a reír. Y así quedó todo, al parecer olvidado, pero no es así. Siempre que nos reunimos para celebrar algún acto como exalumnos, nos viene a la memoria esta curiosa anécdota.
Moraleja: Antes de vestirse, comprueben donde están las prendas ‘delicadas’ de la ‘mujer’.
¡¡¡Chao…!!!
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En una Escuela de Aparejadores (hoy Arquitectos Técnicos) salieron al campo el profesor y unos alumnos para hacer prácticas de dosificación de hormigones con una hormigonera clásica de las de motor de gasolina. Al llegar al punto donde se iban a realizar dichas prácticas, el profesor se dio cuenta de que la hormigonera quedaba un poco lejos de donde habían depositado los áridos y el cemento, por lo que indicó a los alumnos que entre todos arrastraran la citada hormigonera hasta el lugar conveniente. Pusieron los alumnos manos a la obra y colocándose alrededor de ella empezaron a intentar arrastrarla hasta el lugar señalado, pero la hormigonera no se movía, a pesar de los ánimos que el profesor les infundía, sin lograr moverla nada.
Molesto por ello, el profesor les ordenó que se retiraran y acercándose él solo, se agarró a la barra de arrastre y ¡zas!, en un momento la hormigonera quedaba en el sitio apropiado.
Recriminó a los alumnos por la debilidad que habían mostrado a lo que a coro comentaron:
¡HOMBRE, HACIENDO FUERZA…, ASI CUALQUIERA!
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… que las bicicletas – vehículos sin motor – circulan como si fueran peatones, haciéndolo por las aceras?
Yo les pregunto: ¿Por qué los peatones que llevamos un carrillo de la compra, más o menos largo, con el fin de transportar bastante peso , no podemos hacerlo por la calzada? Al fin y al cabo nos aproximamos a vehículos de tracción animal, aunque con la salvedad de que somos animales racionales. Bajo esta suposición y, si se nos permitiese, lo haríamos más cómodamente que no por las aceras con baldosas cuadriculadas y, la mayoría de las veces desprendidas del suelo y que ‘bailan’ cuando las pisamos, creando una situación de incomodidad y peligro.
Haré un día la prueba y, si algún conductor ansioso se molesta, le daré las razones por la cuales puedo circular por la vía pública. Podría alegar quien me reproche hacerlo así, que no disponemos de ‘matrícula’ para movernos, pero…ya lo iremos pensando.
¿Llegará un día en que nos hagan un carril ‘compra’?
A Vds. les parecerá una tontería (a mí también), pero como ya está escrito, ahí vaaaa…!
Adiós y hasta otro ratico. Publicado el día 17-11-2006.
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Quiero, con antelación suficiente para que no se me adelante nadie, enviarles con todo afecto a mis lectores asiduos, una felicitación navideña en estos días que ya están al caer. Que la celebren con toda alegría y sobre todo, con mucha armonía entre todos. Son días para gozar de la compañía de los nuestros y hay que aprovecharlos para ponernos al día de todas las vicisitudes habidas a lo largo del año que se nos va.
Que en el año entrante se cumplan nuestros mejores deseos y proyectos redactados mentalmente para el 2007.
Les pido, por favor, que abandonen la timidez demostrada hasta ahora y no se recaten. Escriban sus comentarios: buenos o malos; cortos o extensos; bien redactados o ‘de primera impresión’; sugiriendo mejoras o aprobando las que se van produciendo, etc… Les espero. Me animarán a seguir adelante. Gracias.
¡Hasta pronto! El baturro.
… que de los relojes instalados por los ayuntamientos en las ciudades, para ornato e información puntual de la hora y temperatura, hay muy poca gente que se fíe de ellos?
Pues bien, quiero aclarar que estos relojes urbanos son totalmente exactos. Van radio-controlados por una señal que envían desde Frankfurt y que sincroniza a todos ellos. Vd. no tiene que preocuparse ni de ajustar la hora, ni de cambiarla cuando se atrasa o se adelanta una hora en el país donde resida, el reloj lo hace todo.
Existen relojes de pared; de pie; de torre y hasta de muñeca que reúnen estas características y que hoy día no son ninguna novedad para los que nos gusta llevar la hora exacta, exacta.
En cuanto a la temperatura si se puede ajustar a mano por un experto que utiliza un termómetro de precisión. Después el sensor manda su información a la pantalla.
Hasta la próxima nota.
¿Se han fijado Vds. en el letrero tan incongruente que figura en casi todos los estancos de las ciudades españolas? Véanlo en la foto superior.
Cómo es posible que en un comercio de tabaco pongan esa misiva, siendo así que es totalmente ‘perjudicial’ para la buena marcha del negocio.
¿Qué pasaría si en un despacho de licores o bebidas alcohólicas pusieran en letrerito de ‘Prohibido beber’?. Lo más seguro es que el titular de la tienda fuera directamente al paro por quiebra del negocio.
Adiós y… hasta la próxima publicación. Espero sus comentarios. Gracias!!!
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… que las aves también se permiten, como todos los mortales, veranear / invernar en los sitios que más les convienen?
Observe la fotografía superior y vea cómo las cigüeñas – o lo que sean – van en esta época hacia el sur, lugar calentito para evitar el duro invierno de sus países.
… que a las monjas, cuando las mencionamos en nuestra conversación, siempre las tratamos como si fueran jovencitas? Normalmente decimos, esa monjita (80 años), mi sobrina la monjita (42 años) etc… Nos suelen causar un poco de respeto, y nos cuesta tutearlas aún siendo de nuestra edad.
Hasta otro ratico...
La fotografía está tomada, oportunamente, caminando por la calle de una bonita ciudad del norte de España.
Hoy no voy a escribir ninguna anécdota curiosa, simplemente me limitaré a poner esta fotografía, sacada sobre las 12 horas, estando muy próximo a un edificio emblemático de la ciudad, cuyo nombre no menciono para preservar su intimidad (como se dice en las ‘revistas del corazón’).
Está tomada con una cámara de bolsillo, digital, por supuesto.
En la luna situada en el hall del edificio no mencionado, se refleja perfectamente otro que era, hasta hace poco tiempo, del Estado y que los habitantes de la urbe lo reconocerán con toda precisión.
Hasta otro día que no sé cuando será, pero tengan paciencia, por favor.
