Me lo contó esta misma mañana un buen amigo mío, Félix (90 añitos) y ocurrió en el pueblo de Olite (Navarra).
Esta villa tiene un bonito y bien cuidado castillo-palacio que mandó construir un rey de Navarra, Carlos III "El Noble", allá por los años 1402 - 1424.
¡¡¡Precioso castillo!!! Uno se queda prendado de él nada más verlo.
Pero vamos a lo nuestro.
En el citado pueblo vivía un personaje, muy conocido por todos por su afición a los dulces, y no recuerdo cómo se llamaba. He de decír que no era nada aficionado a tomar 'chiquitos' de clarete que son excelentes en ese lugar.
Un buen día iba caminando por la calle Mayor con un nietico de unos 5 ó 6 añicos, y mira por donde se tropezó con un vecino que, al saludarlo y sabiendo su 'pequeño vicio de los dulces', le regaló un caramelo típico de Logroño. Se trataba de un caramelo que iba envuelto con un papelito en donde aparecía escrito un cuentecito, una poesía o una letra de alguna jota navarra o riojana.
A nuestro ínclito protagonista le faltó tiempo para quitarle la envoltura. En ésto, el nieto, al darse cuenta de la golosina, le mira con cara de 'ansia' y entonces el abuelo, dándose cuenta de que mocete quería 'usurparle' el manjar, le mira y le da el papelito diciendo con gesto cariñoso:
" Toma niño, para que leas"
No sé qué cara puso el chaval, pero seguro que no le hizo ninguna gracia la actitud del abuelito. La anécdota se propagó como la pólvora por todo el pueblo y aún se recuerda.
Nos leemos otro día........................Adiós.
P.D.- Amigos, oros y vinos, cuanto más viejos, más finos.
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