Me lo contaba hace ya unos treinta y tantos años un buen amigo de Barbastro (Huesca).
Todos sabemos la fama que llevan los aragoneses (baturros) de ser muy tenaces en su comportamiento y como haya una cosa que parezca que no se puede hacer, más empeño tienen en demostrar que ¡¡¡ SI !!! se puede realizar.
Resulta que en Barbastro querían estrenar un paso para la procesión de Semana Santa; el de la Última Cena. Habían encargado ya las imágenes a un conocido taller de escultura religiosa de Zaragoza y los cofrades tenían la expectación que se puede suponer. Pero pasaban las fechas. La cuaresma se acercaba y el paso no llegaba. Por fin el Ayuntamiento decidió enviar a un 'avispado y rico' concejal para traerse el citado paso como fuera. Y allá fué el hombre y allá se estuvo tres días urgiendo los trabajos hasta que, por fin, terminaron el Miércoles Santo. Surgieron problemas. ¿Qué pasó? Ya no había tiempo material para buscar un transporte adecuado para colocar el conjunto de las tallas. El concejal, lejos de amilanarse, marchó decidido a la estación de ferrocarril y sacó catorce billetes: dos primeras -uno para Jesucristo y otra para él- y doce segundas para los apóstoles. De esta manera vieron pasar los santos, casi asomados a la ventanilla por todas las estaciones y así llegaron a Barbastro, todo ello con el regocijo de los piadosos cofrades.
Curioso ¿no?
Nos leemos otro día..................................................¡¡¡Hasta pronto!!!
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P.D.- El día que yo nací, ya lo decía mi abuela; este chico, si tiene suerte, vivirá hasta que se muera.
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