Fotografía del autor. Uso privado.
Al terminar el concierto de
La Pamplonesa
en la ciudadela de Pamplona, me fijé en el cañoncito que figura en la fotografía.
Me trajo muchos recuerdos de cuando estaba educándome en la Universidad de la Defensa, allá por los años
1950, 51 y 52. Hacíamos prácticas de tiro y disparábamos, con cañones casi idénticos
a este, 4 ó 5 pepinillos para dar en el blanco colocado a más de 1.500 metros. Al “Baturro”
le tocó, con 17 añitos de edad, estar de apuntador con el goniómetro que llevan
para poder hacer lo que se llama ‘puntería indirecta’.
Puedo presumir de que era
el ‘apuntador’ más rápido y de que fue la pieza que más blancos dio en el
blanco. Los oídos te saltaban al ejecutar el disparo, así que me quedó una
pequeña sordera traumática, expresada de esta manera por los médicos. Bien valió
la pena el disfrutar con esos aparatitos.
Con la sonrisa en los labios......................................¡Hasta pronto!
P.S.- Las
mujeres perdidas… son las más buscadas.
4 comentarios:
A mí los cañones me recuerdan a cuando mis primos y yo éramos pequeños y nos montábamos en ellos como si fueran caballos.
Por cierto, felicidades, que ayer fue tu santo; más vale tarde que nunca.
A más de uno y de dos habría que apuntarles con el cañoncito ...
Ves cómo hay que animarse a publicar y así nos animas a todos? FELICIDADES
He estado leyendo tus últimos artículos. He echado unas risas. Gracias.
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