RECUERDOS DE MI INFANCIA

Cuando yo, "El Baturro" era joven, aunque vivía en Zaragoza, su ciudad natal, sus padres, de procedencia de Andosilla (Navarra), durante las vacaciones escolares durante el mes de Julio de los años 1943 al 1949 lo enviaban junto con su hermano gemelo al mencionado pueblo. Allí hicimos amigos de nuestra edad que con el paso de los años aún perduran. ¿Recordáis lo que dice una frase muy común? "Los amigos lo son para toda la vida, si no es así, es que no eran amigos". Pues bien, los nuestros que todavía viven lo son en estas fechas en que ya somos muy mayorcitos.

Bueno, como siempre que me pongo a contar algo, me voy extendiendo mucho con el prólogo y luego no me queda espacio para narrar lo que quería.

Seré escueto en mi página.

Una de las cosas que recuerdo siempre que conozco el fallecimiento de personas queridas, me acuerdo lo que todas las noches decía la abuela Flora antes de ir a su alcoba para descansar. Preguntaba:

"¿Queda pan en casa? No vayamos a tener una novedad..."

¿Por qué decía eso? La cosa tiene una fácil explicación. Cuando en el pueblo había un óbito de algún vecino, al no haberse 'inventado' los Tanatorios, al difunto se le preparaba la capilla ardiente en una habitación de la casa. Con frecuencia se le instalaba en una alcoba (habitación dormitorio cuya puerta daba a otra habitación más grande). Los conocidos de la familia acudían a velar el cadáver y lo hacían sentados en la habitación principal donde en una alcoba estaba el 'cuerpo presente' del amigo.

Como la visita duraba algunas horas se les invitaba a tomar alguna cosilla, por ejemplo, unas lonchicas de jamón casero acompañado de un buen trozo de pan. Ahí está la cuetión, en el pan. Era obligatorio tener pan por las noches por si se producía algún óbito impensado. ¿Entendido?

Esa era la preocupación de nuestra querida abuela.