No soy muy amigo de las 'mascotas', como se dice ahora a los animales de compañía, pero en los pueblos era casi obligado tener perro o gato en casa, o las dos cosas, que no son incompatibles. Los ratones campaban por sus respetos en muchos hogares y el olor de la proximidad de un felino como el gato los ahuyentaba. Las ratas de corral eran otra cosa más difícil de hacer desaparecer.
Decía antes que la posesión de un gato y un perro no eran incompatibles y de hecho en la casa de mis tíos no faltaba nunca uno o dos perros y, como no, un gato. Hay que aclarar que mis parientes tenían ganado lanar, es decir, ovejas y cabras, cuidadas perfectamente por un pastor 'profesional' que pastaban en el monte perteneciente a los tíos. Los dos tíos eran muy aficionados a la caza del conejo que tanto abundaba en la finca y que tanto destrozo hacían en los pastizales. Por tanto, los perros eran siempre 'de caza'.
La permanencia en el hogar de las "mascotas" era de 24 horas los 365 días del año lo cual hacía que reinara una estrecha 'amistad' entre los felinos y los mamíferos carnívoros hasta el punto de comer y dormir juntos. Cosa extraña, ¿verdad? Pues es totalmente verdadero.
Me viene a la memoria ahora una anécdota que ocurría con frecuencia en casa del pueblo. Se trataba de los siguiente:
Me viene a la memoria ahora una anécdota que ocurría con frecuencia en casa del pueblo. Se trataba de los siguiente:
"A mi padre también le gustaba la caza y cuando en los veranos iba al pueblo salía hasta la sierra a practicar dicha afición o deporte. Pues bien, como él no tenía perro echaba mano del de sus hermanos. Un día quiso adelantarse y salir antes del hogar para hacer el camino con tranquilidad y, acercándose al perro le estepó: "Chol, vamos!!!" El canino permanecía impertérrito sin moverse de su sitio. Por segunda vez lo llamaba: "Chol, vamos!!!" y el amigo de las personas, ni caso. Ya no se atrevía a llamarlo otra vez y siempre tenía
que trasladarse de vacío de perro al monte."
Cierto y se repetía todos los años. Razón: los perros saben muy bien quién es su amo y a él sólo respetan y obedecen, sobre todo cuando ven una escopeta al hombro del que requiere sus servicios.
He de aclarar que el nombre del perro era CHOL. ¿Por qué? A estos animalitos hay que ponerles siempre, siempre, nombres a ser posible monosílabos. Es la forma de llamarlos rápidamente y por parte del perro reconocer mejor su nombre. NO he conocido nunca un perro que se llamase DOMICIANO o GUMERSINDO.
Hasta otro ratico.
2 comentarios:
Pues ahora sí que se llama así a los perros y se llama CHOL al niño, y a los no tan niños. Se vé que a los perros ya no hace falta llamarlos, y a las personas SI. Un saludo desde Tenerife, sobre todo para el Baturro II.
Gracias por el comentario, Bisiesto. Que lo paséis bien por esa tierra. Un abrazo.
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