...que siempre que vamos a un concierto allí están las dos temibles señoras que charlan animadamente y nunca callan hasta pasados unos cuantos compases del comienzo?
Son insequibles al desaliento ante los "¡Pss! ¡Silencio, por favor!" Incluso pueden reanudar tranquilamene la conversación en mitad de cualquier movimiento, no sospechan que hemos pagado por oir a Beethoven y no a ellas.
¿Iran al concierto por presumir ante sus amistades del 'amor' a la música clásica que tienen?
Otros oyentes tosen muy discretamente cuando pasan sus apuros y sacan el pañuelo para hacer el menor ruido posible. Estos merecen nuestro respeto. Pero hay toses con verdadera alevosía: fuertes y repetidas, cara al tendido en mitad de un delicado solo. El que tose así es que le importa un pimiento (con perdón de los pimientos) la música. Por fortuna, je, je,...siempre hay un vecino caritativo que le ofrece un caramelo pero el ruido del papelito es peor que la enfermedad.
Dios nos libre también de tener en la fila de atrás un papá que explique a su niño cómo se llama el instrumento que esta sonando en ese momento o quién es el intérprete.
Estas son pequeñas molestias cuando se asiste a un concierto. ¿Verdad?
Nos leemos otro día.........................¡¡¡ Hasta pronto !!!
P.D.- Mantén tu rostro hacia la luz del sol y no veras la sombra. Helen Keller
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