Cuando por las mañanas realizo la tarea doméstica primaria de adquirir alimentos para la jornada, y vuelvo con las bolsas llenas de productos, casi siempre productos del campo, no puedo por menos que evocar la escena que expongo en la fotografía superior. ¿Por qué...? ¿No véis a la persona del siglo XXI llevando los bultos, uno a cada lado del cuerpo, igual que lo hace el borriquito con los serones? ¿Será que nos vamos volviendo más bruticos cuanto más pasan los años? ¿Será porque no ha avanzado la humanidad los suficiente como para reducir el tamaño de nuestros elementos nutritivos? ¿No se os ha ocurrido a vosotros, queridos lectores, lo mismo? Pensad, pensad a intentad recordar...
En fin, no creo que haya una explicación convincente, pero me da igual, El Baturro disfruta lo mismo yendo de vacío o cargadito como los semovientes que tanto ayudaban al ser humano y que van desapareciendo de este mundo. El saludo cotidiano a todos/as los que coincidimos en el supermercado, en la carnicería, en la pescadería, en el kiosko de periódicos y otros lugares frecuentados a diario, hace que ese ratico sea muy agradable; se olvida uno de los problemas de uno para interesarse por los problemas de los demás: el marido con pérdida de memoria, la hija con depresiones o la separación matrimonial de un sobrino querido que se casó recientemente, etc. etc... Luego, cuando llega uno a casa, se agolpan sus 'problemas particulares' que todos tenemos, con mayor o menor incidencia en nuestra felicidad del día a día.
Pero, ¿qué es esto? ¿El Baturro hablando de cosas serias? No puede ser!!, así que el próximo día os contaré alguna anécdota de mi 'corta vida' pero vivida intensamente, sin apenas tiempo de juventud ni casi adolescencia para disfrutarla. Desde muy jovencito (apenas 16 añicos) ya estaba llevando a cabo cometidos de una responsabilidad superior a mi edad. ¿Ya estoy otra vez presumiendo de mi vida pasada? Pues... ¡a callar!, por soberbio.
Nos leemos otro día, si no os he aburrido............¡¡¡Hasta pronto!!!
