Dibujo y composición del autor.
Acostumbro a ir a misa de
'Una' a la iglesia de los Redentoristas de Pamplona, en ella el cuadro diario es
el siguiente:
-Asistencia; unas 20 personas, todas ellas jubiladas.
-Edad media de los devotos, unos 80 años. Alguna vez se presenta algun joven de 70 y tantos años.
-En el ambón, uno de más de ochenta añitos que, como nos conocemos 'todos', aprovecha para pasar lista mental de los asistentes. Piensa: hoy falta fulanita; hoy no ha venido la del pelo blanco; falta el doctor; no veo al 'tullido' de la silla de ruedas automotriz, etc...
A la hora de pasar el cepillo para recoger el óbolo voluntario, también lo hace una persona de unos 80 y pico años.
-Cada asistente respeta el sitio de los demás tanto como le gusta que no le ocupen 'su sitio'; 3er. banco a la izquierda; penúltimo banco, en el centro, y así con todos.
Pensábamos que los jubilados no tenín ratos de solaz y El Baturro os dice que no es verdad. Cada medio día, después de la Eucaristía, se saludan en el atrio del templo y allí comienza la comunicación, tan necesaria, entre nosotros. Una dice:
"Qué mal me han sentado las pochas que cené ayer, no he pegado ojo"
Otro añade: "A mí no me dejado dormir la pierna izquierda, la de la 'reuma'.
Enseguida salta otro: "No te quejes, si tuvieras la artrosis mía, sabrías lo que es no poder coger nada firmemante con las manos, todo se me cae"
Menos mal que la mini reunión se alegra de vez en cuando está presente el de "Olite", entonces salen a relucir anécdotas graciosas del pueblo sobre apodos y algún otro tema.
Una vez disuelta la asamblea diaria, mi acompañante y yo nos vamos a tomar un aperitivo (vinito rosado más pincho) para preparar el estómago antes de proceder a 'repostar' los alimentos necesarios para poder acudir al día siguiente a la cita cuasi obligatoria.
¡Hasta otro rato!.