10 junio 2013

ANÉCDOTA BUCAL

Dibujo del autor antes de la operación

"El Baturro", hombre muy cabal, tenía la dentadura hecha polvo, hasta tal punto que sólo podía masticar con los dientes "ratoneros" o incisivos. Ante tal situación, un día, armado de gran valor fue a ver a un estomatólogo (qué bien suena), un dentista con el título de doctor en medicina, y se atrevió a abrir la boca casi tanto como aparece en el dibujo.
Recuerdo que el dentista, ante semejante cuadro, la abrió más que él.
Bueno, a lo que iba. Después de auscultar el receptáculo bucal decidió que la única y mejor solución era colocar unos implantes en la encía inferior, ¡sólo 4!. Todo quedó acordado para una fecha determinada: NOV-2007.
El día fijado se presentó El Baturro y se aposentó tranquilamente en la sala de espera. Hasta aquí no hay nada raro. Pasado un cierto tiempo oyó que alguien mencionaba su nombre con una voz como de mezo-soprano: FERNANDOOOO!!! Ante semejante 'alarido' se despertó y se dispuso a ponerse a las órdenes del doctor. Poco más que contar, la operación duró sólo una hora y 45 minutos sin ninguna complicación; fue felicitado por el galeno por su colaboración y se despidió hasta la fecha de revisión.
¿Cuál es la anécdota pues? La enfermera no salía de su asombró y no hacía sino repetir:
"Es el primer caso que veo que, ante una operación un poco/mucho agresiva se duerme el cliente con tanta paz y tan relajado"
¿Harías tú lo mismo? Creo que todo viene de la ignorancia de la intervención.

Buenos días y ................. ¡hasta otro ratico!

P.D.- "Inodoro" es una de esas palabras críticas que quieren significar lo contrario de lo que son.

2 comentarios:

Pi dijo...

Cuando mis hijos eran pequeños, el sillón del dentista me parecía, en comparación, un océano de paz...

Aldeano Curioso dijo...

Pues a mi me pasa lo mismo que al Baturro. Me duermo con la boca abierta para que trabaje comodo.
Si tengo que notificar algo al galeno, muevo la mano derecha y se da por enterado de que lo he notado más de la cuenta.
Un abrazo.