07 junio 2015

CHULETAS...

El título puede inducir a error, no os voy a hablar de las sabrosas 'chuletas de ternera navarra' ni de 'chuletón de buey' tan exquisitas unas como las otras.
"El Baturro" quiere contaros la adicción que tenía desde su más tierna infancia a las 'chuletas de exámenes'. Siendo como era muy listo, por lo menos, de pequeñito, cuando llegó a la edad de 8 o 9 años y tuvo que sufrir los exámenes escritos relativos al curso que estaba cursando, no pudo evitar el hacer sus 'chuletitas'; no para copiar, sino para comprobar lo que había contestado. ¡Es cierto!
Ya sabéis que los 'copiones' utilizan varios sistemas que paso a mencionar y que os quiero recordar:
1.- El bolígrafo transparente tipo Bic. Se introducía un papelito enrollado con fórmulas u otros recuerdos para no errar en el examen. Eran consultados muy fácilmente porque el bolígrafo se tomaba en la mano derecha y se escribía normalmente girando el mismo para buscar la fórmula apuntada. Una vez cumplida esta misión se cambiaba de bolígrafo por uno limpio y transparente para no infundir ssospechas.
2.- Ponerse el libro abierto encima de las piernas y tapándolo por debajo del pupitre. Muy rudo y de muy poco éxito. Solían caer ante el paso del profe vigilante.
3.- Un papelito un poco grueso con una goma larga que se introducía, antes de acceder al aula, por la bocamanga del brazo izquierdo y se sujetaba a la sisa. Cuando se necesitaba consultar se metía la mano derecha y se sacaba un poco la chuletita sujetándola con la mano izquierda. Al terminar la consulta se soltaba el papelito y, por la acción de la goma, volvía a esconderse en el lugar de aparcamiento. Era eficaz pero de larga y exquisita preparación.
4.- El más usado por "El Baturro". Preparaba papelitos estándar de medidas: 5x3,5 cm.
Eran rellenados mediante el dorso de la pluma estilográfica con lo cual salía una letra pequeñita pero muy legible. Las chuletitas mini eran introducidas en el bolsillo del pantalón y extraídas según necesidades de consulta.
El tamaño era perfecto para meterlo debajo de la mano derecha y permitía escribir con toda normalidad arrastrando la 'información' al mismo tiempo que la mano. Cuando se quería copiar algo, bastaba con levantar un poco la palma de la mano y se leía con toda nitidez.
Importante era que, cuando el profesor/vigilante estaba lejos, no podía ver lo que había sobre la mesa y entonces permitía al examinando sacar el papel y ponerlo con toda tranquilidad sobre el papel de examen. Si se acercaba el profesor se tapaba otra vez con la mano derecha. Este procedimiento lo usó el que esto os narra aun con profesores que tenían fama de duros y eran muy peligrosos que presumían de que a ellos nadie se atrevía a copiar. Este egoísmo por su parte hacía más fácil el copiar, de lo cual siempre se enorgullecía El Baturro.
 Ya sé que esto demostraba la inseguridad y falta de confianza en sí mismo del que lo practicaba, pero, en El Baturro era un verdadero 'vicio irrefrenable'
¡Adíos!

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