14 septiembre 2016

RECUERDOS DE LA NIÑEZ (Cont)

Fotografía del autor
Os decía ayer que continuaría hoy contando algún detalle más de nuestra vida rupestre en la Sierra de Peralta.
Mi hermano gemelo -El Baturro2- me ha recordado algunas labores que también hacíamos y que se me olvidaron de narrar. Allá van.
Alrededor del 'suntuoso chalet' tenían los tíos alemendros y nosotros nos dedicábamos a coger el exquisito fruto. Para no confundirnos en la recolección, los árboles estaban señalizados de tal forma que ya sabíamos cuáles eran con fruto dulce o amargo (estas eran para las farmacias y sus fórmulas magistrales). Todos lo días hacíamos la tarea puntualmente con el sol empezando a asomar por el horizonte.
Otra tarea muy importante era la fabricación del pan de cada día. La tía preparaba la masa (harina, agua y sal más el fermento) y ayudábamos a amasarla según instrucciones de la 'jefa'. Una vez amasada se envolvía en una sábana y se dejaba un tiempo para que empezase a fermentar y acto seguido se llevaba al horno previamente calentado con buena leña para su cocción. ¡Buenas hogazas salían que duraban perfectamente hasta 3 o 4 días! Una vez retirado el pan del horno se aprovechaba para asar algún conejo cazado en la finca.
La piel de los conejos la secábamos y guardado para venderla al guarnicionero u otro señor que, una vez curtida, la aprovechaba para hacer guantes, plantillas para los zapatos, etc...
Todavía quedan algunas cosas curiosas que llevábamos a cabo en nuestro 'relativo descanso veraniego'. Lo dejo para mañana con el fin de no cansaros de estas faenas domestico-rurales que hacían muy corto el día alejado del mundanal ruido.
¡¡Hasta mañana!!! 

1 comentario:

Antoñita dijo...

Gracias por la ampliación, pero creo que te faltan muchos detalles que contar, los espero con ilsusión. Un beso...