Fotografía del autor
Os decía ayer que continuaría hoy contando algún detalle más de nuestra vida rupestre en la Sierra de Peralta.
Mi hermano gemelo -El Baturro2- me ha recordado algunas labores que también hacíamos y que se me olvidaron de narrar. Allá van.
Alrededor del 'suntuoso chalet' tenían los tíos alemendros y nosotros nos dedicábamos a coger el exquisito fruto. Para no confundirnos en la recolección, los árboles estaban señalizados de tal forma que ya sabíamos cuáles eran con fruto dulce o amargo (estas eran para las farmacias y sus fórmulas magistrales). Todos lo días hacíamos la tarea puntualmente con el sol empezando a asomar por el horizonte.
Otra tarea muy importante era la fabricación del pan de cada día. La tía preparaba la masa (harina, agua y sal más el fermento) y ayudábamos a amasarla según instrucciones de la 'jefa'. Una vez amasada se envolvía en una sábana y se dejaba un tiempo para que empezase a fermentar y acto seguido se llevaba al horno previamente calentado con buena leña para su cocción. ¡Buenas hogazas salían que duraban perfectamente hasta 3 o 4 días! Una vez retirado el pan del horno se aprovechaba para asar algún conejo cazado en la finca.
La piel de los conejos la secábamos y guardado para venderla al guarnicionero u otro señor que, una vez curtida, la aprovechaba para hacer guantes, plantillas para los zapatos, etc...
Todavía quedan algunas cosas curiosas que llevábamos a cabo en nuestro 'relativo descanso veraniego'. Lo dejo para mañana con el fin de no cansaros de estas faenas domestico-rurales que hacían muy corto el día alejado del mundanal ruido.
Mi hermano gemelo -El Baturro2- me ha recordado algunas labores que también hacíamos y que se me olvidaron de narrar. Allá van.
Alrededor del 'suntuoso chalet' tenían los tíos alemendros y nosotros nos dedicábamos a coger el exquisito fruto. Para no confundirnos en la recolección, los árboles estaban señalizados de tal forma que ya sabíamos cuáles eran con fruto dulce o amargo (estas eran para las farmacias y sus fórmulas magistrales). Todos lo días hacíamos la tarea puntualmente con el sol empezando a asomar por el horizonte.
Otra tarea muy importante era la fabricación del pan de cada día. La tía preparaba la masa (harina, agua y sal más el fermento) y ayudábamos a amasarla según instrucciones de la 'jefa'. Una vez amasada se envolvía en una sábana y se dejaba un tiempo para que empezase a fermentar y acto seguido se llevaba al horno previamente calentado con buena leña para su cocción. ¡Buenas hogazas salían que duraban perfectamente hasta 3 o 4 días! Una vez retirado el pan del horno se aprovechaba para asar algún conejo cazado en la finca.
La piel de los conejos la secábamos y guardado para venderla al guarnicionero u otro señor que, una vez curtida, la aprovechaba para hacer guantes, plantillas para los zapatos, etc...
Todavía quedan algunas cosas curiosas que llevábamos a cabo en nuestro 'relativo descanso veraniego'. Lo dejo para mañana con el fin de no cansaros de estas faenas domestico-rurales que hacían muy corto el día alejado del mundanal ruido.
¡¡Hasta mañana!!!
1 comentario:
Gracias por la ampliación, pero creo que te faltan muchos detalles que contar, los espero con ilsusión. Un beso...
Publicar un comentario