18 septiembre 2016

VIDA DIURNA DE UN JUBILADO

Dibujo y composición del autor
Creo que vosotros (perdón por el tuteo, es que estoy al día en educación) os preguntaréis cómo transcurre el día de un jublilado de 82,9 años. Os lo explico a continuación. Como el que firma este relato estuvo en una Academia Militar, allí se acostumbró a levantarse a la 6 h. a.m. Asearse rápidamente y bajar a la sala de estudio hasta las 8:30 h. en que acudíamos al comedor para desayunar y, a continuación empezaba el apretado día de clases, gimnasia, clase de equitación, instrucción, etc... Lo bueno era el descanso de casi una hora para tener tiempo por la tarde de limpiarte las botas, coser algún botón, etc. Alguno sacaba tiempo hasta para escribir a la novia.
Puedo aseguraros que lo que menos tiempo nos llevaba era pensar un poco por nuestra cuenta en nuestra vida privada.
Los sábados por la tarde y los domingos mañana y tarde teníamos salida a la ciudad para poder tomarnos un vinico, ir al cine, asistir a la Sala de Baile muy selecta que siempre hay en todas las capitales, buscar alguna chica con la que charlar y pasear ufanos de la buena elección. 
Así transcurrió nuestra juventud, pero lo que yo quería contar es cómo afronta la jubilación un profesional.
A primera vista todos piensan que a lo mejor se aburren al no tener que acudir al 'tajo'. Empiezan por levantarse tarde acordándose de los madrugones en activo. ¡Bien para empezar el día! Pero cuando la esposa se da cuenta de que ella se anticipa para preparar los desayunos, recoger la ropa tendida del día anterior y otros 'trabajitos domésticos' de primera necesidad, enseguida tacha al queridísimo esposo de vago y... ahí empieza ya la verdadera vida del jubilado u obrero perteneciente a las clases pasivas.
Enseguida se encadenan las faenas rutinarias del 'vago': Traer el pan; la leche; la prensa; alguna pieza de bollería por la que tanto suspira la amada esposa; etc...
Luego aparecen más labores que el 'hombre de la casa' casi ignoraba. Hay que ir al Banco a sacar dinero de la nómina del marido; comprar las medicinas que obligatoriamente hay que tomar a diario; escribir a la familia ahora que yo, el jubilado no había hecho en la vida porque eso era cosa de 'mujeres'.
A los pocos meses, ¡qué digo meses!, a los pocos días al 'pasivo' le faltan horas para poder dedicarse a sus 'hobbys' tales como leer despacio el periódico; tallar alguna figurita en madera; trabajos en el ordenador personal, como entrar en Google; coleccionar vitolas de puros; ordenar sus fotografías de juventud y otras cositas que habíamos guardado para la JUBILACIÓN.
Tan corto se hace el día que al final ni lees, ni haces cositas, sólo reparaciones caseras ... y tus hobbys se quedan para cuando seas mayorcito. 


1 comentario:

Antoñita dijo...

Creo que tienes toda la razón, miro a mi padre y lo veo tal cual está descrito. Sigue en esa línea.