Corrían los años mil novecientos cuarenta y uno o dos, cuando se realizó una obra social que la realizó el Instituto Nacional de Colonización (Agraria) y llegó a construir 300 ‘Pueblos Nuevos’. Pues bien, durante bastantes años después de inaugurarse dichos pueblos, se celebraba con regularidad un concurso de conservación y mejora de las aldeas recientemente levantadas.
Tan pronto llegó el Gobernador Civil a entregar el premio a la villa premiada –no recuerdo el nombre, ni importa mucho- le llevaron a ver una obra muy bien presentada y muy original. Se trataba de un abrevadero que, para sujetar a las caballerías y que no se distrajeran cuando bebían, colocaron en el muro adosado al bebedero, a modo de colgador, unas astas (léase cuernos) de toro muy bien alineados.
Al Sr. Gobernador le encantó y le preguntó al Alcalde de dónde había salido tan feliz idea. El alcalde, ni corto ni perezoso y muy ufano, le contestó golpeándose la frente repetidas veces: “De aquí, de aquí, Sr. Gobernador”
La carcajada fue apoteósica entre los presentes al acto y todavía se recuerda la contestación, con un humor propio de los pueblos de España.
Hasta otra!!!
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