Basta como muestra, que siempre llevaba pegado a los labios un cigarrillo, tabaco de cuarterón y liado a mano. Digo cigarrillo, era una simple colilla. Algunos jóvenes casi no sabrán a qué me refiero. Pues era, sencillamente, la fase terminal del cigarro y si no se estaba constantemente ‘chupando’ de él, se apagaba.
Pues bien, D. Ángel pasaba sus veranos en la villa de Azagra (Navarra). Por si alguno no la recuerda, es un pueblo, que para trasladarse a Calahorra (
Un día tuvo que trasladarse a Calahorra, como tantas veces había hecho; cogió la mula, la aparejó, se subió a ella y emprendió tranquilamente la marcha hacia su destino. Al llegar a la ‘barca’ se encontró con que ésta se encontraba en la orilla opuesta y pensó que lo mejor era encender un cigarro para pasar felizmente el rato de espera, hasta embarcar. (Viento…….
Como soplaba un viento sur, le molestaba para encender el cigarrillo y, entonces, giró con la caballería casi unos 180º hasta que pudo aplicar la cerilla a su sitio. Prendido el ‘habano’ (cuarterón puro)… ordenó al animal: “¡Arre!” y la acémila emprendió la marcha, pero esta vez, en sentido contrario. Total, que cuando terminó el pitillo, echó la vista a ver si ya estaba la barcaza para entrar en ella y… ¡oh sorpresa!, estaba otra vez… en Azagra.
¿En qué estaría pensado D. Ángel?
3 comentarios:
El dibujo ha resultado muy apropiado para entender per-
fectamente lo sucedido. Ade-
más tiene mucha gracia. Le
felicito.Jesuso.
Baturro:
¿El dibujo lo has hecho tú? Porque si es así, está genial!
Tu boticario.
Eres un artista.
¡¡¡Queremos más dibujitos!!!
La peralina
Publicar un comentario