Para que se hagan una idea, les contaré una anécdota graciosa ocurrida en una ciudad española, que ahora no recuerdo, sobre lo sucedido a un ‘baturro’ que realizaba un viaje de regreso a casa, naturalmente en Aragón.
El baturro se detuvo ante un hermoso escaparate y, queriendo hacer un regalito a su ‘costilla’, se fijo en queso que la pareció exquisito. Entró muy decidido en la tienda y pidió al vendedor una prueba de la pieza elegida.
El vendedor, muy amable, le dijo que aquello no era queso, sino jabón.
Nuestro baturro le contestó que lo elegido por él era queso e insistió en probarlo.
Nuevamente, el dependiente le insistió diciéndole que era jabón.
.Es queso.
.Es jabón.
.Es queso.
.Es jabón.
.Es queso.
.Es jabón.
Después de tres veces, el solícito empleado le dio un trocito para que lo probara y desistiera de se error, pero el baturro, con cara de no dar su brazo a torcer le dijo:
“Es quesito… pero ¡malo!
¿Lo ven, ya se lo decía yo?
Adiós y hasta la siguiente anécdota.
1 comentario:
Muy bueno, muy bueno. Y el dibujo también. Hasta pronto.
La peralina
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